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Leé una parte de «El proletario»

NOTA DE LOS EDITORES

Este libro reúne cinco de las ocho entregas que se hicieron del periódico El proletario, fundado por Lucas Fernández en 1858.
Con el objetivo de preservar la memoria y las costumbres de la comunidad afroporteña de aquella época, hemos decidido conservar los textos originales tal como fueron escritos. También es necesario aclarar que, debido a que algunas páginas estaban rotas o tenían la tinta borroneada, hay textos que están incompletos. La falta de una o más palabras está indicada con corchetes.
Invitamos, pues, a comenzar la lectura de esta curiosa publicación y agradecemos su compañía.

Arkho Ediciones

 

DOMINGO 18 DE ABRIL DE 1858 – AÑO 1. NUM. 1

LA CLASE DE COLOR

Esta importante y preciosa porcion de la sociedad porteña que nos honramos de pertenecer, no tiene un organo que alivie las necesidades inherentes a toda clase desvalida y pobre de un pais cualquiera, y que vigile por sus intereses tan importantes y valiosos como los de las clases mas acomodadas y felices; y si lo tubo, el no pudo llenar sus fines y objetos primordiales: pero aun cuando asi lo hubiera hecho, no existe ya.

En la situación actual de nuestra clase; en la precocidad de inteligencia que se nota en la generacion que se levanta, avida de ideas y saber, y sobre todo, en el estado de progreso moral en que se halla el Estado de Buenos Aires, se hace indispensable ese organo que la estimule y fomente, ya con el ejemplo, ya propendiendo a que se le ensanche el camino de la educacion y de la ciencia, un poco estrecho hasta aqui, y no como debe ser; ayudando a vencer los obstaculos que la oponen las rancias preocupaciones de unos, y la malevolencia de los otros: preocupaciones poderosas por lo mismo que son generales y sancionadas por los siglos a traves de los cuales se han ido transmitiendo con ultrage de la justicia, de una a otra generacion, hasta llegar a nosotros, y que ponen una positiva valla en la practica, de ciertas leyes que no amparan, haciendo que no se cumplan, porque hieren, no los intereses, sino el orgullo vano y mal entendido de las clases elevadas.

La educacion de nuestros hermanos de color, era, pues, uno de nuestros principales topicos, y de que (nos ocupemos) con constancia para aprovechar ese germen de porvenir que la impregna, y que no necesita sino una mano benefica y protectora que la abra las puertas cerradas; hasta aqui por intereses bastardos, para que se desarrolle y fructifique.

En ello hacemos un positivo servicio al pais, que no nos detendremos en demostrar porque es palpitante y esta al alcance de todos; pues para comprenderlo basta ver la distancia que hay de un hombre barbaro a otro civilizado, y lo que de uno y otro puede prometerse y esperarse.
Para mas ahondar a este respecto, vease nuestra historia misma, y por poco que se la conozca y medite, se vendra luego en conocimiento de que no es pequeña la parte que en nuestros males ha ejercido la falta de educacion de la clase de color. Viniendo de este modo a pagar las clases superiores su abandono o egoismo para con ella.

Hoy principalmente, que principian a echar raices entre nosotros recien por primera vez, las instituciones democraticas y las ideas de libertad, contiene que se popularizen también y echen raices las ideas de verdadera igualdad, y que se hagan efectivas; porque tras ellas vendra la educacion de la clase de color, y como consecuencia de esta, el afianzamiento de ellas. Pero esto no quiere decir tampoco que nuestros hermanos se echen a esperar que le hagan el bien: no, ellos deben hacer y propender de su parte también para alcanzar o con tanto mas deber, cuanto que ellos son inmediatamente los beneficiados.

Para ellos, debe reunirse y asociarse toda la comunidad de color sin excepcion de personas, bajo la direccion de sus hombres mas competentes, porque no carece absolutamente de ellos, y tratar y discutir sus necesidades, y buscar los medios de llenarlas. Todos los hombres de color deben hacerlo, y el que no lo haga asi, traiciona y abandona sus intereses propios y los de sus hijos, y pierde ya con justicia el derecho de quejarse de su situación y porvenir.

Sin la asociacion, no hay nada: nada puede el hombre aisladamente y entregado a si propio.

El principio de la asociacion, apoyado por la maxima inconcusa de –en la union esta la fuerza, y por esta otra, su antitesis: divide y reinaras, esta sancionada por la aprobacion universal, y constituye tal vez la primera gloria del siglo actual, porque a el se deben todos, o los mas importantes adelantos que lo embellecen.


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