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Jorge, el médico inmortal

Las últimas lunas del siglo merodeaban dulcemente sobre la marea enferma del Río de la Plata. En mi cartera llevaba la dirección del hombre que definió mi destino y al que debía encontrar antes de partir: el doctor Jorge Mario Roitman.

Así comienza “La ausencia”, el cuento de Samuel Rodríguez Medina que le da nombre a su último libro (Arkho Ediciones, 2019). Pero, ¿quién fue Jorge Mario Roitman? Aquel personaje a quien el protagonista recuerda, a quien busca, fiel a su admiración, en las desconocidas calles de Ramos Mejía tantos años después de haberlo conocido en México.

Jorge era un médico especializado en infectología. Fue un excelente estudiante, según sus amigos y compañeros de carrera. Estaba enamorado de la medicina y jamás desvió la atención de su objetivo. Su hermana, Diana, recuerda todas las noches sin dormir que pasó Jorge, con los libros y apuntes como compañía. Logró su meta y se convirtió en un talentoso médico, comprometido tanto con su profesión como con sus pacientes.

Pero Jorge fue más que un gran médico. Hincha de Chacarita por su padre, le encantaba el fútbol. Empezó a jugar en el potrero cerca de su casa y, a medida que fue creciendo, pasó a jugar en el club y luego en el Hospital Posadas, donde trabajaba.

Diez años mayor que Diana, era un hermano amoroso. “Siempre me contaron de chiquita que cuando yo nací, alguna tía media hincha le preguntaba ‘¿No tenés celos de tu hermanita?’, y él contestaba ‘No, a mí ya me mimaron 10 años, ahora le toca a ella’”, escribió Diana para Semblanzas, el libro que publicó la Comisión de Derechos Humanos del Hospital Posadas en 2011.

También era una persona tranquila, mantenía su carácter pacífico incluso en las partidas de tute cabrero que hacían enojar a todos sus amigos. Cuando estos comenzaron a unirse a asociaciones políticas en su época de estudiantes, Jorge se mantuvo al margen, y así siguió el resto de su vida.

Un lamentable 2 de diciembre de 1976, a sus 32 años de edad, el Dr. Jorge Mario Roitman fue secuestrado en su propia casa y encerrado en El Chalet, un espacio del Hospital Posadas que un grupo paramilitar autodenominado SWAT se apropió para usar como centro clandestino de detención durante la última dictadura argentina. Allí compartió las salvajes torturas de los militares con pocas personas más, de las cuales algunas sobrevivieron. Pero no Jorge.

Debido a su nula vinculación con asociaciones políticas, cuando se corrió la voz de su secuestro, su colega Carlos Bevilacqua sospechó que el motivo no era otro que su origen judío.

Sus restos fueron encontrados el 3 de noviembre de 2017, a tan solo 25 metros de donde había funcionado El Chalet y hoy opera la Comisión de Derechos Humanos del hospital. El único responsable de su homicidio que sigue con vida, Luis Muiña, fue condenado a cadena perpetua en el 2018.

 

Samuel Rodríguez Medina se encontró con esta noticia una madrugada, y sintió la necesidad de darle otra oportunidad a Jorge para vivir, para recorrer México en su labor de médico y ver a Maradona adueñarse de la cancha contra los ingleses en el mundial de 1986. Logrando así que la ausencia de Jorge esté siempre presente en nuestra memoria.

 

Nos hacemos eco del pedido de nuestro país y también decimos: Nunca más.

 

 

 

 

 

 

Gracias a Diana por su tan amable trato y ayuda para armar este breve relato.

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